En la escuela, los docentes acostumbramos a diagnosticar (actividad que no nos corresponde), posicionándonos en el DÉFICIT....
Si un alumno se manifiesta inquieto y curioso, seguramente "será un TDAH"... si se opone, cuestiona, desafía.... "será un ODD: trastorno oposicional desafiante". Y así sigue la lista.
¿No sería conveniente abandonar de una vez por todas estas prácticas que no conducen a nada positivo (pues siempre hablamos desde el déficit) mirando el aula desde las diferencias, enseñar a partir de las inteligencias múltiples y los estilos de aprendizajes?.
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