La educación inclusiva implica
procesos para aumentar la participación de los estudiantes y la reducción de su
exclusión, en la cultura, los currículos y las comunidades de las escuelas
locales.
La inclusión implica reestructurar
la cultura, las políticas y las prácticas de los centros educativos para que
puedan atender a la diversidad del alumnado de su localidad.
La inclusión se refiere al
aprendizaje y la participación de todos los estudiantes vulnerables de ser
sujetos de exclusión, no sólo aquellos con deficiencias o etiquetados como “con
Necesidades Educativas Especiales”.
La inclusión se refiere a la
mejora de las escuelas tanto para el personal docente como para el alumnado.
La preocupación por superar las
barreras para el acceso y la participación de un alumno en particular puede
servir para revelar las limitaciones más generales del centro a la hora de
atender a la diversidad de su alumnado.
Todos los estudiantes tiene
derecho a una educación en su localidad.
La diversidad no se percibe como
un problema a resolver, sino como una riqueza para apoyar el aprendizaje de
todos.
La inclusión se refiere al
refuerzo mutuo de las relaciones entre los centros escolares y sus comunidades.
La educación inclusiva es un
aspecto de la sociedad inclusiva